Una cosa es escuchar nuestro corazón ; otra cosa es quedarnos siempre conversando con nuestro yo interior, sin prestar atención a los demás. Este dialogo egoísta muchas veces no nos deja dormir durante la noche y nos arruina el placer de los momentos importantes del día.
Nos quejamos en silencio de personas que no actuaron bien, de cosas que no sucedieron como deseábamos, de actitudes equivocadas que tuvimos.
Dentro de cada uno de nosotros existe un ángel y un demonio, y sus voces son muy parecidas. El dominio alimenta esta conversación, tratando de mostrarnos que somos débiles y que no tenemos justificación. El ángel nos hace reflexionar acerca de nuestras actitudes, aunque -por lo general- esta tratando de silenciar esta voz interna. El sabe que, para descubrír nuestro verdadero camino, necesitamos mirar hacia afuera, hacia el milagro de la vida que nos rodea.
Excelentes palabras. La aplicare
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